9 DE MARZO DE 2018
Ayer
fue un día histórico, creo que un antes y un después en el movimiento feminista
y en la sociedad en general. Para mi desde luego lo ha sido. Soy feminista
desde que descubrí cuando era muy jovencita que muchas de las cosas que me
pasaban y que me llevaban a un estado profundo de rabia me sucedían por el mero
hecho de ser mujer, y que además, no me pasaba a mi sola. Fue un gran alivio
descubrir que no era algo que funcionaba mal en mí, sino en la sociedad, lo que me generaba
frustración y sufrimiento en muchas ocasiones. Qué necesario y clarificador
poder poner nombre a las cosas, sobre todo a las que nos pasan por dentro y que
nos sacuden profundamente.
Empecé
a participar activamente en el movimiento feminista con apenas 18 años, hace
bastante ya, cuando definirse como feminista era considerado sinónimo de
lesbiana, frustrada, “radical??”, insatisfecha, mal follada,… y un sinfín de
barbaridades (lamentablemente no se puede decir aún que no se piense así). A lo largo de todos estos años siempre he
intentado trasladar el feminismo a mi entorno más cercano y no dejar nunca de
aportar mi granito de arena y la perspectiva de género allá donde estuviera. A
veces ha sido una tarea ardua y desesperante incluso desde los propios
compañeros de espacios de lucha social que, aún teniendo muy claro el discurso
ideológico, el de género siempre se ha quedado atrás.
“Como un
movimiento transformador que pone en el centro los derechos humanos, que quiere
construir un tipo de sociedad en la que hacer vivible la vida, edificar unas
relaciones de convivencia de mujeres y hombres sin supremacía ni opresión.
Dicho de
otro modo, se trata de una revolución radical, porque pretende trastocar el
orden del mundo patriarcal, derribar sus estructuras, desmantelar sus
relaciones jerárquicas y construir un nicho social que acoja a todos los
sujetos en condiciones de equiparación.
La
definición de feminismo ha evolucionado en todos estos años y Marcela Lagarde
introduce un término que a mi especialmente me gusta mucho y es la “EQUIVALENCIA”.
Creo que es mucho más acertado reivindicar la equivalencia de todas las
personas, que además en las nuevas corrientes feministas se amplía a todo ser
vivo, que reivindicar una simple “igualdad”, se queda corto.
Las
definiciones son necesarias, ¿alguien puede estar en contra de un movimiento
social abanderado por la mitad de la población mundial y que se basa en hacer
vivible la vida?
Yo
desde luego no, me parece tan de sentido común, que me resulta peregrino que
haya alguien que no sea feminista. Pero bueno, ¡hay gente para todo!
Pasando
a lo cotidiano, desde CGT quisimos introducir la perspectiva de género desde un
inicio siendo realmente difícil movilizar al status quo (sindical y empresarial) para este fin.
La
tan manida propuesta de “Conciliación familiar” es algo que se ha denostado por
mucha gente hasta plantear situaciones tan absurdas como que te lleguen a decir
“no haber tenido hijos”.
Por
favor, ¿a estas alturas todavía creemos que conciliar la vida es una necesidad
únicamente de las personas que tienen hijas/os?? ¿En serio? La propuesta
inicialmente iba mucho más allá. Se trataba de facilitar, en la medida de las
posibilidades que daba la instalación concreta, que a la gente se le pudiera facilitar
y apoyar en su vida familiar. ¿Tanto nos cuesta que la dinámica de trabajo
también pueda contemplar esta posibilidad? ¿Nos sentimos mejor pensando que eso
son privilegios y no pensando que a lo mejor era un camino a explorar para
trasformar nuestro entorno laboral? ¿Estamos tan acostumbrados/as a que “hay
que joderse porque es lo que toca” que cualquier opción de cambio a mejor,
aunque no fuera para una misma, nos supone un rechazo casi inmediato? Que
total, como yo no iba a poder disfrutarlo, que no lo haga nadie. ¿Dónde hemos
dejado nuestra humanidad?
También
es cierto que con la excusa de la conciliación hay situaciones de abuso que se
han producido por parte de algunas personas que han hecho crecer reticencias
ante este tipo de propuesta. Pero aún así, ¿es suficiente que pase esto para
invalidar todo lo demás?
Para
mí no. Creo que hay que seguir implicándose a fondo y abrir más la mente si
queremos también transformar nuestra vida y nuestras condiciones en el entorno
laboral (donde pasamos muuuuchas horas al día) si queremos que algo cambie. La
propuesta de conciliación que se incluye en el “nuevo convenio” (suponemos,
porque yo no lo he visto), se limitaba a una escasa flexibilidad horaria “concedida”
por la gracia del Director/a de la instalación en cuestión. Sin comentarios.
Espero
que la impresionante movilización del Movimiento Feminista y de toda la gente
que salió ayer a la calle a gritar que ya está bien, que esto tiene que cambiar,
suponga un antes y un después también para vosotras/os. Creo que las cosas se
van poniendo en su sitio y agradezco a las personas que me acompañan en mi vida
que vayan de la mano conmigo en ésto también.
Yo hoy puedo
decir con gran alegría que me siento ORGULLOSA DE SER FEMINISTA y de llevar 25 años siéndolo.
Fdo.:
Guaditoca Blanco Rojas.